Me
desperté y observe un rato tu recuerdo en el espejo, era demasiado real que
pensé que estaba loco. Tu belleza era tan impotente como siempre había sido.
Mis memorias estaban apareciendo en mi piel, grabadas como pequeños tatuajes.
Era tan dulce que me empalagaban mis labios y mi eterna melancolía. Tú siempre
fuiste la razón de todo mí ser. De absolutamente todo.
Todos
los días te observaba un rato, más o menos como una hora. Me encantaba verte
sonreír y entablamos conversaciones eternas. Llegue a pensar que estaba loco,
pero sentía que eras demasiado real como para dejarte de ver en ese espejo.
Nunca te podía dejar ir de nuevo. Yo me volvía cada año más viejo, pero tu
recuerdo siempre fue igual de joven.
Un
día llegue al espejo, esperando ver tu hermosa sonrisa de nuevo, pero no la vi,
desapareciste tan de repente que no lo podía creer. Yo estaba completamente
destruido y comencé a llorar desconsolado. Tú eras todo lo que me conformaba,
todo lo que me mantenía vivo, eras mi mundo ¿Por qué ya no estabas conmigo?
Empecé
a aburrirme de ver solo mi reflejo en el espejo. Deje de comer a medida que
pasaban los días, ya no quería hacer nada si tú no estabas allí para recibirme
después del trabajo. No me pare más de la cama y solo dormía para evitar pensar
en ti, pero era inevitable. Cada día que pasaba me solo me quedaba en mi cuarto oscuro y repetía
tu nombre como un disco rallado. Si tú y tú recuerdo ya no estaban ¿De que me
servia vivir sin ti?
Llego
el día de ver mi fin, decidido me bañé, me eché el perfume que a ti tanto te
gustaba, me puse la mejor ropa que tenia. Camine por la calle pensando en todo
lo vivido, observando los rostros de la gente del día a día. Llegué a un
edificio abandonado, pero era bien alto. Subí las escaleras calmadamente –nadie
quiere apresurarse a morir- hasta llegar a la azotea, estaba bastante sucia,
pero no le di importancia alguna.
Me
prepare y me coloque en el borde del edificio, me puse de espalda no quería ver
el vacío, mejor dicho lo que me esperaba, mi cuerpo tembloroso se estremecía al
ritmo de la brisa de otoño, “ella como amaba otoño” –Pensé.
Mi
fin estaba cerca y no había vuelta atrás todo estaba perdido, me decidí a
morir, mi cuerpo dejo de temblar ya me había calmado. Odiaba ese sentimiento de
que me gustara pero era tan doloroso, yo era inocente solo quería verte una vez
mas. Sonreí estúpidamente mientras recordaba toda clase de cosas sobre ti y
decidí caer en tus brazos…
Me
desperté y observe un rato tu recuerdo en el espejo, era demasiado real que
pensé que estaba loco…