5.10.13

Cigarrilo y café.

Sus  besos tenían sabor a cigarrillo y a café mañanero. Esa era una de las pocas manías que no  se podía quitar, café y luego un cigarrillo. Yo amaba con afán su forma de ser, no cambiaría nada de él, ni el despertador biológico que lo hacían despertar todas las mañanas y luego el observarme mientras yo aún dormía. Levantarse y prepararme el café, el desayuno y luego por supuesto su cigarrillo Belmont. Luego, una larga ducha y unos retoques de su peinado en el espejo y con su ropa que yo la dejaba lista encima de una silla. Se cambia mientras canta un poco de Andrea Bocelli (su cantante favorito). Un poco de español y un poco de italiano. Yo amo el italiano y él lo sabe muy bien, por eso trata de pronunciarlo de una forma seductora, como si no tuviéramos suficiente con el sexo mañanero antes de la comida. Con un poco de magia estoy arreglada yo, y le acomodo la corbata en un intento desesperado por irme rápido. Nos despedimos con un cálido beso y queriendo más…