Éramos
locos enamorados jugando a ser niños, nos encantábamos el uno del otro y
posiblemente eso era lo que más odiábamos. Nos odiábamos, pero nos amábamos más
que cualquiera en el mundo más que el sol ama a la tierra. Más que todo. Un
amor imposible eso es pero si el destino unió nuestros lazos ¿Por qué la mano
del hombre debía cortarlo?
Éramos
unos pequeños tórtolos jugando a no tener miedo, pero las inseguridades estaban
servidas de desayuno y las amenazas también.
Éramos
algo que no era nadie, ni nosotros mismos..
Éramos
entre la vida y la muerte. Eso éramos una especie de cosa que no tenia forma
algo tan maravillosamente raro. Eso éramos una cosa rara.
Éramos
pequeñas voces en nuestra cabeza, éramos la voz de la inexperiencia. Fuimos y
seremos eternos, infinitos y vacíos, tan vacíos como un florero sin agua pero
con flores dentro.
Somos
la cosa que el destino nos quiso hacer, esa cosa rara y deprimente de la que
siempre hablamos cuando estamos solos y pensamos cuando estamos acompañados.
Pero a
la final somos lo que queremos ser, aunque sea lo que dañe a los otros. Somos
los que nos gusta ser porque al fin y al cabo nos amamos más que nada en el
mundo.