27.10.12



La melancolía de los recuerdos siempre nos persigue, hasta en los momentos más felices.

Estado de coma. Sueños repetidos. Dejavu.




Me desperté y observe un rato tu recuerdo en el espejo, era demasiado real que pensé que estaba loco. Tu belleza era tan impotente como siempre había sido. Mis memorias estaban apareciendo en mi piel, grabadas como pequeños tatuajes. Era tan dulce que me empalagaban mis labios y mi eterna melancolía. Tú siempre fuiste la razón de todo mí ser. De absolutamente todo.

Todos los días te observaba un rato, más o menos como una hora. Me encantaba verte sonreír y entablamos conversaciones eternas. Llegue a pensar que estaba loco, pero sentía que eras demasiado real como para dejarte de ver en ese espejo. Nunca te podía dejar ir de nuevo. Yo me volvía cada año más viejo, pero tu recuerdo siempre fue igual de joven.

Un día llegue al espejo, esperando ver tu hermosa sonrisa de nuevo, pero no la vi, desapareciste tan de repente que no lo podía creer. Yo estaba completamente destruido y comencé a llorar desconsolado. Tú eras todo lo que me conformaba, todo lo que me mantenía vivo, eras mi mundo ¿Por qué ya no estabas conmigo?

Empecé a aburrirme de ver solo mi reflejo en el espejo. Deje de comer a medida que pasaban los días, ya no quería hacer nada si tú no estabas allí para recibirme después del trabajo. No me pare más de la cama y solo dormía para evitar pensar en ti, pero era inevitable. Cada día que pasaba me  solo me quedaba en mi cuarto oscuro y repetía tu nombre como un disco rallado. Si tú y tú recuerdo ya no estaban ¿De que me servia vivir sin ti?

Llego el día de ver mi fin, decidido me bañé, me eché el perfume que a ti tanto te gustaba, me puse la mejor ropa que tenia. Camine por la calle pensando en todo lo vivido, observando los rostros de la gente del día a día. Llegué a un edificio abandonado, pero era bien alto. Subí las escaleras calmadamente –nadie quiere apresurarse a morir- hasta llegar a la azotea, estaba bastante sucia, pero no le di importancia alguna.

Me prepare y me coloque en el borde del edificio, me puse de espalda no quería ver el vacío, mejor dicho lo que me esperaba, mi cuerpo tembloroso se estremecía al ritmo de la brisa de otoño, “ella como amaba otoño” –Pensé.

Mi fin estaba cerca y no había vuelta atrás todo estaba perdido, me decidí a morir, mi cuerpo dejo de temblar ya me había calmado. Odiaba ese sentimiento de que me gustara pero era tan doloroso, yo era inocente solo quería verte una vez mas. Sonreí estúpidamente mientras recordaba toda clase de cosas sobre ti y decidí caer en tus brazos…

Me desperté y observe un rato tu recuerdo en el espejo, era demasiado real que pensé que estaba loco…