Sus besos tenían sabor a cigarrillo y a café
mañanero. Esa era una de las pocas manías que no se podía quitar, café y luego un cigarrillo.
Yo amaba con afán su forma de ser, no cambiaría nada de él, ni el despertador biológico
que lo hacían despertar todas las mañanas y luego el observarme mientras yo aún
dormía. Levantarse y prepararme el café, el desayuno y luego por supuesto su
cigarrillo Belmont. Luego, una larga ducha y unos retoques de su peinado en el
espejo y con su ropa que yo la dejaba lista encima de una silla. Se cambia
mientras canta un poco de Andrea Bocelli (su cantante favorito). Un poco de
español y un poco de italiano. Yo amo el italiano y él lo sabe muy bien, por
eso trata de pronunciarlo de una forma seductora, como si no tuviéramos suficiente
con el sexo mañanero antes de la comida. Con un poco de magia estoy arreglada
yo, y le acomodo la corbata en un intento desesperado por irme rápido. Nos
despedimos con un cálido beso y queriendo más…
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~*Gotas de frío cristal*~