Las farolas encendidas

Abro delicadamente mis ojos en plena oscuridad profunda, no puedo ver nada, ni una silueta moribunda. Muevo mi mano como si tocara seda, alcanzo el frío y monótono y abstracto teléfono simplemente para saber el tiempo. Al prenderlo se veía una foto mía besando a la nada, pase y vi, la hora "Justo a tiempo".  Ahora faltaba concentrarse en otra cosa, me volteo y observo la fría habitación, yo no puedo tocar el exterior envuelta en un edredón, me saco la colcha ya mi vista se acostumbro a la oscuridad de pleno principio de noche, me levanto suavemente como un enfermo despertando de años de coma, echo otra mirada a la habitación esperando haberme despertado con un sutil beso… Sabía que no estaba en lo cierto. No había nadie como esperaba, ni siquiera la sombra negra que se apoyaba en mi cama.

Pobre bella durmiente, largo sueño haz de tener.

La ventana agarro como si me fuera a caer, frío, puedo tocar el frío y justamente a mirar las farolas que recién se encienden la habitación no vuelve a estar oscura jamás. Ni siquiera con la peor de las pesadillas. Ahora si me levando muy despacio para lograr tocar el helado piso con los pies, como una bailarina bailando ballet en un pulido piso de un escenario, me dirijo hacia la puerta, la abro y caigo al vacío de las escaleras….

Veo tu silueta negra pasar y me digo que no todo esta mal.